Las joyas siempre han sido un elemento para embellecer el look de mujeres y hombre. Los pendientes forman parte de nuestra vida desde tiempos inmemoriales, y con el paso de los años y los cambios sufridos en cada época han ido evolucionando y cambiando en su forma, su elaboración y sus materiales.
Nada tenÃa que ver la joyerÃa del pasado con la que conocemos hoy dÃa, y aunque muchos ornamentos de joyerÃa han sufrido cambios, el origen y la tradición de los pendientes bien merece la pena conocerlos.
Ya en la Edad de Bronce se tiene constancia que existÃan, y de ahÃ, fueron heredando esta costumbre de adornarse las orejas diversas civilizaciones. Las piedras preciosas fueron un elemento presente en ellos, especialmente en las clases altas. Con ellos marcaban un sÃmbolo de poder y riqueza y se hacÃan diferentes al resto de plebeyos.
Un dato curioso es que este ornamento decorativo era llevado por los hombres más que por las mujeres. En ellas se conocÃan más los grandes collares o los aretes en la nariz. Si nos remontamos a la historia del antiguo Egipto se vio este hecho en sus jeroglÃficos.
No fue sino hasta llegar la civilización griega cuando esta joya comenzó a ser usada más por mujeres y a difundirse por la población dejando de ser un elemento digno y exclusivo solo de clases altas. Aquà fue donde en su fabricación, la orfebrerÃa en su estado más puro, comenzaron a incrustarse piedras preciosas de colores hasta que para el año 1 700 se engastaron los diamantes.
Uno de los personajes más caracterÃsticos que llevaba pendiente fue William Shakespeare, de quien se decÃa que lo usaba para remarcar su clase social. Los más románticos afirmaban que era una muestra de amor y que su amada, o amado, llevaba uno igual en la misma oreja. ¿Cuál era la verdad? Esa es una pregunta sin respuesta por ahora.
Si hay una parte de los pendientes que ha sufrido cambios para mejor y para ofrecer más oportunidades en diseño y comodidad, es el cierre de los pendientes. ¿Cuáles son los tipos que hay?
Este posiblemente sea uno de los más usados pues es fácil de colocar y ofrece una fuerte sujeción a la oreja. Permite que el pendiente no se mueva y ofrece un gran confort y comodidad. Incluso es posible dormir con ellos. Aunque podemos encontrarlo en algunos pendientes grandes, lo cierto es que este cierre se usa más en pendientes pequeños para el dÃa a dÃa y en los de niñas y bebés. Es el que conocemos como cierre con tornillo.
En realidad no es un cierre, sino una manera de colocarlos. Su forma es como la de un anzuelo que tienes que introducir en el agujero de tu oreja. Se usa sobre todo para pendientes largos y diseños modernos y juveniles. Hay algunos que añaden un cierre en la parte inferior para evitar que se caigan, pues este cierre presenta la desventaja de poder engancharse fácilmente y caerse.
Se trata de un cierre a presión y se le considera como uno de los más seguros del mundo. El pendiente debe tener un tamaño considerable para aplicarle este tipo de cierre pues necesita soldarse un pernio y una ballestilla. Esta última encajará con el pernio una vez lo hayamos introducido en la oreja.
Este es un cierre que se ve sobre todo en los pendiente tipo aro. Se trata de una pieza que tiene forma de palito fino y que se introduce por el lóbulo de la oreja y a la vez por un agujero del tamaño correcto que quedará detrás de la oreja en la parte opuesta del pendiente. Suele hacer un pequeño click que nos confirma que se ha quedado cerrado. Es seguro y no suele abrirse.
Se usa para pendientes de tamaño medio y poco pesados de forma que queden bien sujetos a las orejas. Tiene dos piezas: una barra recta que entra por el oÃdo y un cierre abierto en forma de letra Omega que presiona el lóbulo.
¿Cuál es el cierre que va mejor contigo?